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Una Rosa celestial en el nuevo mundo

  • Foto del escritor: Bitágora
    Bitágora
  • 24 ago 2020
  • 3 Min. de lectura

El inexorable paso del tiempo nos trajo ya los últimos días de agosto, y con ellos el recuerdo del aroma a incienso, los rezos, las rosas y los cantos.

Perú, un país tradicionalmente devoto, una tierra ensantada -tal como la llamó el Papa Francisco durante su visita del año 2018-. Basta con salir a las calles para observar la fe de muchos compatriotas plasmada en detalles tan cotidianos que es posible haberlos pasado por alto en más de una ocasión; sin embargo ahí están -en las calcomanías del transporte público, en la estampita de la bodega más próxima, en el cuadro de la sala de algún amigo o vecino- recordándonos que la fe de los peruanos no solo se hace presente en determinados días calendario, sino que nos acompaña, a veces con suma sutileza, en nuestro día a día.

El inexorable paso del tiempo nos trajo ya los últimos días de agosto, y con ellos el recuerdo del aroma a incienso, los rezos, las rosas y los cantos con los que se acostumbra homenajear, aunque esta vez de manera distinta -obligados a prescindir de las concurridas procesiones, misas, visitas al santuario y demás tradiciones- a una de las figuras canónicas más famosas y queridas de esta tierra ensantada: Santa Rosa de Lima.

La santa limeña es también la primera santa que engendró el continente americano, una mujer que en pleno siglo XVII encarnaba el ideal del buen cristiano en tierras que para ese entonces apenas estaban conociendo el evangelio. Tal vez sea precisamente ese detalle, la necesidad de una santidad en tierras paganas, lo que convierte a la canonización de nuestra santa en un caso particular. Pues, pese a que los procesos de canonización suelen ser bastante largos, el tiempo que le tomó a Rosa de Lima convertirse en Santa y Patrona de las Américas fue menor del que le tomó a muchos otros.

Rosa de Lima y otras santidades contemporáneas a ella tuvieron un proceso de canonización mucho más acelerado, debido al hecho de que la Iglesia católica necesitaba demostrar que las misiones, el cruel proceso de adoctrinamiento y extirpación de idolatrías en el nuevo mundo estaban siendo verdaderamente eficaces. Pretendiendo, que la santidad de estos admirables personajes justifique de alguna manera el dolor al que habían condenado a tanta gente por tanto tiempo. A la vez, que al ser ellos hijos del mismo continente acepten con mayor facilidad la religión impuesta siguiendo el ejemplo de aquellos hermanos suyos que profesaban de manera ejemplar la fe católica.

Es así como Santa Rosa de Lima y los santos de la época sin darse cuenta se convirtieron en facilitadores y reconciliadores en medio de este proceso. Gracias a su calidad de seres humanos y a su entrega, tanto a Dios como al prójimo estaban reivindicando de alguna manera la imagen de su continente frente a la Iglesia católica, demostrando que América y su gente estaban dispuestos a recibir la palabra de Dios, y con ella la salvación, pues estaban poco a poco aceptando al “verdadero y único dios” renunciando a sus dioses paganos y con ellos al pecado, aunque esta concepción haya sido absolutamente arbitraria. La evangelización indígena fue fruto del choque cultural entre occidente y el nuevo contiene añadido al mapa, y en esencia, de la imposición de una cultura sobre otra, cuyas consecuencias marcarían para siempre la historia y forma de vida dentro de América.

En la actualidad, la que alguna vez caminaba por la ciudad de los reyes vistiendo hábitos de terciaria dominica congrega a fervientes devotos que acuden a ella con algún anhelo, que solo una fuerza celestial podría conceder o buscando consuelo y soporte por alguna situación difícil, de esas que la vida te presenta de vez en cuando, también la buscan y piden su protección aquellos que admiran su ejemplo tan abnegado de fe y entrega a su prójimo, ideal que aspiran alcanzar las enfermeras y policías.

Con el paso del tiempo, el evangelio y la fe católica fueron no solo aceptados, sino también asimilados por completo. Al haber calado tan hondo en la vida de los peruanos hoy en día forman parte de nuestra identidad nacional y muchas de nuestras tradiciones más entrañables, como el homenaje rendido a Santa Rosa el 30 de agosto de cada año.


Tierra de Sierra


 
 
 

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