top of page

Una mañana cualquiera en New York

  • Foto del escritor: Bitágora
    Bitágora
  • 11 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

Un acto de justicia universal para el mundo literario, una deuda que se pagó, algo que quedó para la posteridad de otros célebres escritores como Kafka, Joyce y Borges.

Cuenta la historia que, hace diez años en el amanecer neoyorquino, una llamada telefónica hizo justicia a un premio largamente esperado por los amantes de la buena literatura, principalmente la hispánica. La mañana se presentaba monótona, los planes estaban hechos y estos mandaban a preparar una clase de Filosofía Literaria en la Universidad de Princeton. En tanto, Patricia comunica: “Mario, te llama un señor en inglés”. ¡Una llamada a esta hora! - pensó el escritor- de inmediato la mente del novelista situó la posibilidad de un mal presagio, una potencial muerte de unos de sus longevos amigos. El protocolo del anuncio de la crónica de una muerte era este. Entre la angustia, Vargas Llosa contesta al teléfono y escucha una voz, con un inglés entrecortado, que le dice: usted ha ganado el Novel y se anunciará al mundo en 15 minutos, al otro lado de la línea Peter Enguld, secretario de la Academia Sueca. Con una naturalidad genuina y profundamente sorprendido por desafiar su presagio pensó que se trataba de una pesada broma. Idea que no se evaporó hasta el momento que encendió el televisor y escuchó al secretario de la Academia Sueca anunciar el premio públicamente en los medios con las siguientes palabras: “El premio nobel de Literatura de este año es otorgado a Mario Vargas Llosa por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes de la resistencia, la revuelta y la derrota individual”.

Sin duda alguna, este episodió fue de regocijo para el escribidor y sus seguidores, también para el Perú, país que le dio la oportunidad de recrear sus ficciones y presentar al mundo una radiografía de la convulsa sociedad peruana. Le regaló la oportunidad de crear desde Alberto, “El Poeta”, el cual desenmascara la realidad castrense; hasta el célebre Zavalita, quien inmortalizó al Perú y sus problemas con una pregunta: “¿En qué momento se jodió el Perú?”. Interrogante que es una constante para situar a ese monstro de las mil caras, el cual al mismo tiempo es un sujeto impersonal, sin salida, que nunca responde a la pregunta, ni mucho menos se hace responsable. Por otra parte, el país centro neurálgico de los incas, también le regaló la maravillosa oportunidad de continuar cosechando lauros en el campo de la Literatura. En el año 90, al perder de las elecciones con el Fredemo, se convenció de su verdadera pasión, la literaria, en donde mediante su elegante pluma podía desnudar a diestra y siniestra cualquier intimidad de su vida y, consecuentemente, del Perú; algo que es simplemente un suicidio mencionar en la política, especialmente en la peruana.

La figura de Mario Vargas Llosa provoca pasión y apatía en distintos segmentos de la población. En la hostilidad del mundo electoral lo acusan de ser garante de la desgracia del Perú, otros dicen que sus comentarios nos recomendaban al gobernante menos atroz. Sin embargo, negar la brillantez intelectual de este personaje y sus prolíficas novelas es un pecado. El Novel otorgado a su persona, en el año 2010, es el pago de una deuda de la literatura universal, aquella deuda que quedó pendiente para la posteridad para personajes igual de brillantes como Kafka, Joyce y Borges.

Posdata: El día de hoy se conmemoran 30 años de la nominación como novel a otro gran personaje como lo fue el gran Octavio Paz, dueño de una personalidad llena de tolerancia y de unos estupendos versos como Libertad bajo palabra o La calle.

Agustine Berlin

 
 
 

Commenti


Afíliate a nosotros

¡Gracias por suscribirte!

© 2020. 

  • Blanco Icono de Instagram
bottom of page