“Solo sé que nada sé”
- Bitágora
- 20 sept 2020
- 4 Min. de lectura
“Conocer las limitaciones ya es estar más allá de ellas”
- Hegel-

La mayoría de personas, si no todos, tiene conocimiento o al menos ha escuchado alguna vez, si no más, una dichosa frase vinculada inextricablemente con la filosofía, en particular, con la denominada filosofía antigua o filosofía primera: “solo sé que nada sé”. En efecto, esta frase es una de las más cognoscentes entre el género humano; incluso, he sido testigo, en no pocos momentos, de que ciertos personajes públicos emplean dicha frase, para articular una retórica singular, como si hubieran actuado con rectitud al adoptar cierta reflexividad sobre la frase misma antes de emplearla; dicho en otros términos, juzgamos bien al esgrimir que, al igual que el conocimiento científico es más pertinente que el que no lo es en temas relativos a la ciencia, un hombre dialoga con mayor adecuación e idoneidad a medida que conoce, en mayor grado, sobre lo que dialoga. ¿Esto qué tiene que ver con la frase citada? De hecho, la razón es evidente para un lector atento; es decir, al parecer, los personajes mencionados no han comprendido adecuadamente dicha frase. A la postre, si no, no emitirían juicios tan oprobiosos sobre uno de los grandes pensadores de la filosofía y, por cierto, sobre esta rama del saber también: “Sócrates, en realidad, nada sabía”, “la filosofía consiste en darse cuenta que somos ignorantes del todo”. En vista de lo mencionado, no me parece irrelevante aquella plétora de insensatez, por lo cual considero que mi propósito, como fiel adepto de la filosofía en general, es explicar la frase mencionada para desmentir las estériles afirmaciones de quienes creen conocer a Sócrates y a la filosofía cuando, en realidad, yerran de la peor manera.
¿Sócrates, en realidad, nada sabía? ¡De hecho, no! Si bien el siglo IV a.C puede parecer una época precaria en virtud del conocimiento adquirido por el hombre, la filosofía se dotó de reflexiones tan sustanciales que, incluso en lo que se denomina habitualmente “postmodernismo”, coexisten y poseen validez en el pensamiento colectivo de diversas culturas; por ejemplo, es frecuente, cada vez más, que se conciba al ser humano como un ser social o ligado inextricablemente a la sociedad. Esta forma de concebir al hombre bien podría esgrimirse que proviene del concepto humano -aristotélico: “el hombre es un animal político”, por lo que queda en evidencia que no es, sino pura insensatez la que los lleva a diversos individuos a creer que los denominados “antiguos” no fueron, sino productos unívocos de la ignorancia: esta es, según considero, la mayor ignominia en relación al hombre. Bien podría establecerse un paralelismo con hechos relativos a nuestra cotidianidad; es decir, ¿no juzgamos que la medicina natural, por ser originaria de un periodo remoto, es menos adecuada que la medicina moderna aun cuando se trate de un asunto concerniente a la medicina natural? En efecto, es común adjudicarle menor predilección a lo remoto que a lo actuarial; sin embargo, de esto me ocuparé en otro momento.
Asimismo, bajo una perspectiva filosófica, es imposible afirmar con verdad que la frase “ solo sé que nada sé” denota ignorancia absoluta, puesto que el conocimiento del desconocimiento es conocimiento; dicho de otro modo, el sustrato o sujeto que emita aquella frase bien tiene que reconocer necesariamente que, aunque ignore diversos aspectos de la realidad, uno no ignora: su ignorancia o su saber de su no saber, ya que, si no lo hiciera, bien podría objetarse que no sabe “ ni lo que dice saber ni lo que no sabe”. De esta rotunda posibilidad solo queda la suspensión plena del juicio para el individuo que la esgrima del modo mostrado. Evidentemente, Sócrates no suspendió su juicio absolutamente ni la esgrimió de la manera ulterior; a la postre, él sostenía que el conocimiento humano era insignificante o trivial en virtud del conocimiento divino, el conocimiento de los dioses del panteón griego, pero se ocupó en grado sumo de cuestiones morales; es decir, no tendría sentido dicha empresa si es que hubiera pensado que no conoce “nada” en grado sumo. Finalmente, y tal vez esta sea la razón más sólida en virtud de la epistemología, en la frase “solo sé que nada sé”, los objetos tanto para la ignorancia y el conocimiento son distintos, por lo cual se mantiene la posibilidad de inteligir, por lo menos, bajo un ámbito. Para ponerlo de un modo sencillo, el objeto de desconocimiento es la realidad, pero el objeto de conocimiento es uno mismo, porque reconoce que no sabe. De esta manera es como guarda relación su actividad filosófica con las cuestiones morales; verbigracia, aun siendo desconocedor de la mayoría de objetos existentes, Sócrates no puede no conocer las intenciones de las elecciones morales que este adopta, porque aquellas dependen de sí mismo. Por ello, como bien formula Platón en la Apología, si se le impugnara a Sócrates que debería tener vergüenza de su actividad filosófica, a causa de esta lo condenaron a muerte, él hubiera respondido: "no tienes razón; amigo, si crees que un hombre que sea de algún provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o morir, sino el examinar solamente, al obrar, si hace cosas justas o injustas y actos propios de un hombre bueno o de un hombre malo".
“Conocer las limitaciones ya es estar más allá de ellas”
- Hegel-
Gabriel Trinidad
تعليقات