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Sin MAS que añadir

  • Foto del escritor: Bitágora
    Bitágora
  • 26 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

La victoria del MAS en Bolivia no radica principalmente en la figura de Evo, sino más bien en el arquetipo de salvador tecnócrata- económico de Arce.

Hace más de medio año, el pueblo boliviano clamaba la renuncia de un líder que violaba a diestra y siniestra la Constitución del país altiplánico, quien tenía como único fin el perpetrarse en el poder al mismo estilo que sus condiscípulos doctrinales, Nicolás Maduro y Daniel Ortega. En noviembre de 2019, los bolivianos salieron a defender una decisión democrática, la cual se había validado en las urnas del referéndum, las que suponían una rotunda oposición a una nueva reelección de Evo Morales. El suceso remeció la política de ese país, las Fuerzas Armadas se sumaron al reclamo de la calle y solicitaron que -el en ese entonces mandatario- abandone el cargo. Ante este suceso, un desacreditado Morales salió en medios de comunicación para asumir su debacle y retirarse del país. Esto le permitió sumirse en una argucia política muy conocida: el exilio, el cual tuvo como destino, primero, el México de López Obrador y, posteriormente, la flamante Argentina del kirchnerismo, bajo el disfraz de Alberto Fernández.

Estos eventos harían suponer que el electorado boliviano no quería ver MAS al Movimiento al Socialismo, partido bajo la batuta de Morales. Sin embargo, las elecciones efectuadas el pasado domingo en el país altiplánico demostraron lo contrario. El abrumador triunfo del candidato del MAS, Luis Arce, sobre su opositor más cercano Carlos Mesa valida de algún modo tal planteamiento. Este escenario permite generar una interrogante necesaria: ¿el triunfo electoral en Bolivia del MAS radica esencialmente en la figura del líder indígena Evo Morales? La respuesta podría ampararse en el mundo de las subjetividades, pero -los acontecimientos y el contexto en Bolivia- permiten que se fundamente en lo tangible. La victoria del partido de Evo no radica principalmente en su figura, sino más bien en el arquetipo de salvador tecnócrata de Luis Arce.

Arce es sumamente conocido en Bolivia, los ciudadanos de a pie lo reconocen como el ministro de la cartera de Economía de Morales que fue el promotor de las reformas económicas del llamado “milagro económico”. Los cambios estipulados por las reformas contemplan desde el control estatal de las materias primas exportables, hasta la protección del mercado interno. Algo que supuso, para sorpresa de muchos, bonanza económica en el país altiplánico, lo que permitió divulgar políticas que redujeron los índices de pobreza, analfabetismo y desnutrición. El perfil económico descrito calza perfectamente en un contexto de necesidad ciudadana de un personaje que presente las garantías mínimas de combatir el terrible contexto de la crisis sanitaria, la cual sin duda minó la economía boliviana como la de muchos otros países del mundo. Esto sumado a la tibia presencia de la derecha boliviana en elecciones, y, por otro lado, las acciones clientelares del gobierno transicional de Jeanine Áñez consumaron la victoria del “nuevo líder” del MAS.

Lo expuesto retrata algunos factores claves para la decisión del pueblo boliviano en las urnas el pasado domingo. Ideas que se contraponen a lo sostenido por Evo Morales en las múltiples conferencias de prensa desde Buenos Aires, las cuales justifican el reconocimiento en las urnas del pueblo a su persona. Dicho mensaje se no se limita más que a la retórica desacreditada del líder indígena.


Agustine Berlin

 
 
 

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