Redes sin nación
- Bitágora
- 20 sept 2020
- 2 Min. de lectura
Las redes sociales, en donde predomina la presencia del algoritmo, estarían polarizando a la población, con ello colocando en una inminente crisis al Estado-Nación.

La omnipresencia del mundo tecnológico en el último tiempo es un fenómeno inminente, las herramientas que dota al hombre para facilitar su supervivencia son múltiples y de gran alcance, ejemplos de este auge sobran, pero lo que ha cobrado mayor relevancia – por lo menos en los últimos veinte años- es la creación de las redes sociales, concebir a la humanidad sin esta herramienta en el mundo actual es prácticamente imposible, en el contexto de pandemia una utopía. Tener Facebook, Twitter, Instagram y otras redes, pareciera que fuese un requisito de reconocimiento formal ante la sociedad, casi como tener un DNI o un pasaporte; si no los tienes, simplemente no perteneces a los estándares de lo calificado como “civilizado” o “moderno”. Esta situación, de manera involuntaria y con un sentido de inclusión, hace inmiscuir a gran parte de la población en el mundo virtual, hasta incluso la población etaria más avanzada clama pertenecer a este espacio.
El boom de las redes presenta un espacio amplio para poder interactuar con gente que quizá conocen físicamente, o tal vez no, pero también da la oportunidad de seguir un tipo de contenido y a personas que, aparentemente, tienen filiaciones afines. De este modo, el individuo virtual crea una red de contactos que comparte gustos y afiliaciones. Tal concepto, denominado por muchos como “filtro burbuja”, se fundamenta con la intervención de un algoritmo creado por la misma página, el cual permite seccionar y distribuir información a los usuarios dividiéndolos en grupos con gustos en común. La intervención de este filtro, en apariencia, no presenta percances porque podría tratarse de una mera técnica comercial de las empresas, ciertamente lo es, pero el problema radica principalmente en que funciona como un ente polarizante de la sociedad, puesto que la divide en pequeños grupos en común, lo que permite observar a estos, un solo tipo de contenido acorde con su perfil, contenido que en muchas ocasiones no cumple con los rasgos de objetividad, permitiendo -de este modo- la creación de “verdades alternas” de cada segmento virtual.
Extrapolando el concepto del denominado “filtro burbuja” al ámbito estatal representa un peligro inminente al constructo de la identidad nacional, esto sustentado en que el Estado liberal democrático desde su concepción se caracterizó por dotar a la población bajo tutela de distintos medios para crear rasgos identitarios, dando lugar así al Estado-Nación, relación que se explica como una convención de una comunidad artificial, concebida como inherente limitada y soberana, la cual es producto de la construcción de los medios y de las políticas impartidas por el mismo Estado-Nación. El mencionado filtro lo que estaría haciendo en este contexto es transgredir lo expuesto, por el simple hecho de polarizar a una población en un territorio delimitado, población que, en ocasiones y bajo esta lógica, llegaría a desvincularse de rasgos que antes compartía con sus compatriotas, para ahora dar lugar a compartir rasgos más particulares con su coalición de apátridas virtuales.
Agustine Berlin
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