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Por la puerta trasera

  • Foto del escritor: Bitágora
    Bitágora
  • 19 ago 2020
  • 4 Min. de lectura

Los últimos días del libertador fueron oscuros en los confines de Francia sin recibir ni pena ni gloria por las hazañas conseguidas en Chile, Perú y Argentina.

En estos tiempos aciagos para la humanidad pasan por desapercibido fechas conmemorativas muy importantes para el imaginario nacional, fechas como el Día de la madre, el Día del padre o, hasta incluso, fiestas patrias solo quedan rezagadas al recuerdo. En este contexto, el pasado lunes 17 se conmemoró un año más de la partida de uno de los personajes más importantes- sino el más importante- de la gesta independentista del Perú: José Francisco de San Martín y Matorras​, quien en julio de 1821, y, en medio del alborozo en la plaza central de Lima declaró la independencia del Perú con las siguientes palabras: “El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!”, palabras que- por cierto- cumplen un rol protocolar y que, además, hoy en día nos hacen participes de la pronta llegada de nuestro aniversario por los doscientos años de vida republicana.

San Martín, un hombre de trayectoria profundamente conocida por estos lares, se involucró en la vida castrense muy joven y de la manera menos predecible, puesto que aprendió el arte bélico en los campos de batalla de quien años más tarde sería su verdugo: España. Este país, no solo dotó al libertador con la experticia de guerra, sino que también su estancia por esas tierras le permitió vivir parte del Siglo de las Luces, en donde- evidentemente- se vio influenciado por ideales motivados por la Ilustración, aquella corriente que pretendía desterrar el Status quo europeo dominado por la tiranía de los monarcas con el uso del arma más preciada de los que creemos en la libertad: el conocimiento. Se habla de un viraje en la doctrina del argentino, pero considero que la razón expuesta anteriormente caló en su cosmovisión general y le permitió su deslindamiento de la corona, para luego volver a su terruño a defender la libertad de sus pueblos.

En su regreso al continente sudamericano, los argentinos eran bastante escépticos con lo que el soldado podría llegar a aportar al proyecto libertador (no por su desempeño en guerra, sino por su pasado con las fuerzas reales), pese al estupor que causaba su presencia fue validado. En el combate de San Lorenzo atenuó esas sospechas consiguiendo la liberación de los actuales territorios de Argentina y Uruguay. Aquel episodio triunfal permitió sacar conclusiones al en ese entonces coronel San Martín, las cuales culminaron en que la emancipación de tierra rioplatense era inútil sin la liberación de Chile y, principalmente, de Perú, zona que representaba el centro neurálgico de la corona española. Dicha cuestión lo llevo a intervenir y a hacer gala de su conocimiento estratégico para conseguir, primero, la liberación parcial de los chilenos y posterior liberación, parcial también, de territorio peruano (hago la precisión porque la historiografía data que la independencia total de estos países se realiza en el año 1824 y 1845 respectivamente).

En cuanto a la liberación de nuestro terruño, es historia conocida, pero un dato no menor es el plan que maquinó el libertador, el cual constaba de un minucioso estudio de la topografía andina para evaluar un eventual ataque, acción que no fue posible concretar, puesto que el territorio del virreinato del Perú era excesivamente accidentado y además se tenia conocimiento que en la zona altoandina se concentraba el poder militar realista; lo que le permitió optar por una salida marítima que le llevo hasta las orillas de las costas de paracas(1820), y, posterior toma de la desabastecida ciudad de Lima(1821).

En el Perú San Martín se estableció junto a su ejército formando una figura de un protectorado, con el que creo la Sociedad Patriota, la cual era la encargada de elegir qué forma de gobierno se establecería en el Perú. Con esta iniciativa se creo muchas de las instituciones que nuestro país ostenta actualmente, entre ellas el Congreso. Este periodo data de una prematura duración porque en menos de un año San Martín y parte de la Sociedad Patriota se encontraron en una disputa, donde se marcaban dos posiciones adversas: por un lado, la idea de establecer una República por parte de Sánchez Carrión; y, por otra parte, el ideal de San Martín de cimentar una monarquía constitucional (plan que se asume- a la fecha- como distinto a las monarquías occidentalizadas, esto sustentado en su influencia ilustrada). En estos tiempos es conocida la idea que imperó en aquella riña ideológica, el proyecto de monarquía del libertador causó mucha indiferencia entre los notables representantes de la Sociedad Patriota, quienes lo calificaron de que se quería volver a lo mismo y de que era el argentino que quiso ser rey. Situación que causó una profunda decepción en los adentros del rioplatense, quien se sintió profundamente ofendido y decidió- luego de la previa reunión con Bolívar en Guayaquil- abandonar el Perú dejando a la mitad de su ejército al mando libertador de la Gran Colombia.

La decisión del exilio fue una de las complicadas para San Martín, Francia fue el destino elegido para poder pasar sus últimos años de vida junto a su hija, en donde solo se limitó a recibir una insignificante pensión enviada desde el Perú, país al que quiso volver en 1829, pero en donde le negaron su retorno, condenándolo de este modo a esperar su muerte en los suburbios de una ciudad ubicada en el norte de Francia.

El trayecto del libertador fue vital para poder conseguir la libertad de los pueblos en todo el continente, es cierto que él no consolidó la independencia total de estos territorios, pero su contribución en batalla y fuera de ella fue trascendental. Sus últimos días -asumo- fueron los más tristes para este hombre que se fue sin recibir ni pena ni gloria por sus hazañas conseguidas. Hoy lo recordamos todos, está presente en cada una de nuestras representaciones patrias (la bandera, el escudo, etc.), pero es valido reconocer que en vida salió por la puerta trasera, sin honores.


Agustine Berlin

 
 
 

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