No me dejes para luego por más tiempo
- Bitágora
- 17 ago 2020
- 2 Min. de lectura
Esta no es la primera vez que nuestra especie se encuentra severamente amenazada, por lo que en este momento, nos encontramos haciendo lo que mejor sabemos hacer para perdurar en el tiempo: adaptarnos al cambio.

La delicada situación en la que se encuentra el mundo, en definitiva, es un escenario que la mayoría de nosotros ni siquiera había llegado a imaginar. La humanidad entera se ha visto en la imperiosa necesidad de buscar formas de lograr que su cotidianidad encaje con esta nueva realidad -que sin duda dejará un antes y un después en nuestra historia- mientras se llevan a cabo arduas y complejas investigaciones para acabar con este mal. Sin embargo, esta no es la primera vez que nuestra especie se encuentra severamente amenazada, por lo que en este momento, nos encontramos haciendo lo que mejor sabemos hacer para perdurar en el tiempo: adaptarnos al cambio. Este virus, logró en cuestión de meses imponer un estilo de vida que no sería nada sencillo de asimilar.
Cada persona recepcionó la aterradora noticia de manera particular y buscó -aunque posiblemente no desde un inicio- la manera de mantenerse y mantener a los suyos a salvo; sin embargo, no todas las decisiones tomadas equivalen a aciertos. Algo muy similar ocurrió de forma colectiva y recayó en manos de líderes nacionales e internacionales, quienes también tuvieron un gran número de aciertos y desaciertos en cuanto a su proceder frente a la pandemia. La gran diferencia entre ambas radica en el alcance que tienen sobre otros los resultados de dichas decisiones. Mientras unas influyen sobre un reducido grupo de personas, otras tienen una enorme repercusión en la vida de muchísimas personas.
El gobierno peruano, no ha sido una excepción a este hecho. Si bien fueron adecuadas muchas de las medidas que implementó el gobierno ante la crisis, muchas otras no han hecho más que ahondar las consecuencias a largo plazo. Por otro lado, esta situación puso a la luz lo poco preparado que está nuestro país cuando se trata de lidiar con una crisis sanitaria. La precariedad de nuestro sistema de salud no es una novedad; lo mismo sucede con las dificultades que tienen muchos jóvenes para poder acceder a la educación, la marginación a la población indígena, la amplia presencia del trabajo informal y la violencia doméstica. Todos estos problemas han aquejado a los peruanos por años y persisten en la actualidad e incluso parecen haber cobrado fuerza.
Es indudablemente necesario que nuestro gobierno atienda la actual emergencia por el bien de todos los peruanos y es entendible que sea hoy por hoy una prioridad en la agenda; sin embargo, no podemos seguir ignorando por más tiempo el grito desesperado de nuestros hermanos.
Tierra de sierra
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