No es octubre, pero hoy se habla del Morado
- Bitágora
- 22 feb 2021
- 3 Min. de lectura

Un tipo delgado, de estatura baja y de una prominente sonrisa, que por momentos parecía disforzada, apareció repentinamente en las elecciones presidenciales de 2016. Todos por el Perú, un partido poco conocido en el espectro electoral, presentó en sus filas la candidatura presidencial de un tal Julio Guzmán. Desconocido para la mayoría de peruanos en 2016, este personaje se mostró ante la ciudadanía como un político no tradicional que decía tomar la política en serio y representar a la juventud.
La campaña pasada avanzó y la presencia de Guzmán cada vez fue más fuerte. Los jóvenes, a quienes los vio como motor de campaña, lo respaldaron y, en el primer trimestre de 2016, lo colocaron en el segundo lugar de la intención de voto. Otro factor que, sin duda, contribuyó al éxito del outsider fue la prensa. Una vieja tara y una visión de progreso respaldada en el hombre humilde que salió adelante fue la imagen difundida por los medios.
El arquetipo reproducido en la televisión, radio y demás, me remite, guardando distancia, a aquel figura que alguna vez se mostró de Alejandro Toledo: “ El cholo de Harvard”. Julio Guzmán, evidentemente, no es un provinciano, pero sí, un hijo de provincianos que se asentaron en el emergente Cono Norte para labrar futuro. Tampoco, estudió en Harvard, pero sí Economía en la PUCP y luego posgrados Georgetown y Maryland. Como lo dije, hay diferencias, pero los títulos no son garantías para que no salga un Frankenstein.
La novela de Guzmán, en las elecciones de 2016, tuvo un final catastrófico para él y para sus simpatizantes. Una tacha inesperada, por un presunto error en el proceso de inscripción –del que por ese entonces era su partido, Todos por el Perú– lo excluyó de la contienda y lo dejó como un espectador.
¿Qué hizo Julio Guzmán luego de ser excluido?
Un Guzmán fuera de contienda, posiblemente, se quedó hambriento de las mieles del poder. La primera acción que emprendió fue hacer un deslinde con el partido Todos por el Perú, al que muchos recordarán por la antorcha morada, para crear su propia agrupación en 2017. La bautizó como el Partido Morado, organización que, según su ideario, enmarca una visión republicanista del país. Otra consigna del Partido Morado, que se desprende de lo anterior, es que dice representar a una ideología de centro democrático. Según Guzmán y sus correligionarios, representan una actitud emprendedora pro mercado, pero en igualdad de oportunidades para todos.
La visión política de centro polariza a la crítica, muchos de los entendidos la califican como ambigua y, por ende, con un discurso poco claro para el elector. Sin embargo, la figura de Guzmán –pese a lo antes mencionado y a algunos incidentes de índole personal como el famoso incendio– presenta cierta relevancia en está atípica contienda 2021, aunque no como la de 2016.
¿Qué propone el Partido Morado para el 2021?
Con una ideología que dice ser de centro, los morados avizoran “una verdadera República”. Para conseguir ese objetivo, su organización se plantea trabajar sobre la base de cuatro grandes reformas. La primera, La reforma del conocimiento que consiste en llevar a cabo una revolución tecnológica para mejorar el sector productivo, el sistema de salud y el carente sistema educativo. La segunda, La reforma de la gestión del territorio propone descentralizar el país y busca la cooperación, bajo asesoramiento de Palacio, de los gobiernos regionales mediante las macro-regiones. La tercera es el Acceso a las libertades económicas que busca maximizar el potencial productivo de los peruanos –en el sector agrario, textil, etc.¬– y, al mismo tiempo, brindarles garantías, tanto legales como tributarias, para el desarrollo de sus actividades de producción. La cuarta, y la última gran reforma morada, es La reforma las instituciones políticas que está dispuesta a promover la representación política de los partidos, transparentar el financiamiento de los partidos y reducir la carga burocrática.
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