Kant: lo bueno y lo malo
- Bitágora
- 6 sept 2020
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“Siempre debes de actuar de una manera mediante la cual tu principio pueda convertirse en una ley segura para el resto del mundo”
-Inmanuel Kant-

Pese a las vicisitudes categóricas de lo considerado “bueno” y “malo”, en todos los tiempos, aparentemente han estado manifiestas dichas distinciones de la realidad. Entonces, bien podríamos preguntarnos... ¿Qué es lo que designamos bueno o malo? Ya que mencionamos aquellos términos día a día como si los conociéramos en grado sumo. La respuesta a esta interrogante la considero sumamente trascendental si queremos soslayar el relativismo moral de los últimos tiempos; es decir, ahora es muy sencillo adjudicar cierto grado de validez a un predicado moral particular en virtud de las falencias de otro. Dicho de otro modo, “lo que hago no puede ser considerado malo realmente, bajo cierto precepto moral, porque aquel no puede decirse que es absolutamente verdadero”. Sin embargo, esto no tendría por qué asombrarnos o desconcertarnos si realmente lo que consideramos “bueno” y “malo” fueran aspectos situacionales y únicamente subjetivos.
En relación con lo anterior, si realmente lo considerado “bueno” y “malo” son aspectos situacionales y únicamente subjetivos, ¿tendría sentido alguno hablar de verdaderos actos morales si tal fuera el caso?, ¿qué nos acontecería si aquella desconcertante posibilidad constituyera el núcleo del pensamiento colectivo?, ¿La vida misma, en relación con el propósito del hombre en el mundo, sería concebida de la misma manera? Estas preguntas despiertan grandes temores en nosotros, porque nos aíslan al ámbito de lo inseguro o inestable: no hay realmente nada objetivamente bueno o malo, sino perceptible y cambiante o es tal cual para el sujeto que percibe. Por ello, en vista de la relevancia del tema, en este ensayo desarrollaré el imperativo categórico, como parte de la moral kantiana, con el fin de soslayar de alguna manera lo anterior.
¿Qué nos permite distinguir el bien del mal? Tomando como base el pensamiento de uno de los mayores exponentes de la filosofía moderna, Inmanuel Kant, todos podemos distinguir el bien del mal, debido a que tal criterio es un aspecto constitutivo del hombre, es innato y dado por un dios o forma parte de aquel desde que nace, que le permite distinguir la realidad en virtud de lo que Kant denomina “razón práctica”: esta es una capacidad de razonar que, en cada momento, nos dirá lo que es bueno y lo que es malo moralmente. Sin embargo, una buena pregunta que puede surgir, a raíz de lo anterior, es cómo demuestra o evidencia que la distinción entre lo “bueno” y lo “malo” es innata y dada por un dios al hombre, puesto que de lo segundo existe un mayor consenso; es decir, la mayoría, por no decir todos, acepta que toda distinción moral de la realidad guarda relación con una forma de razonar que orienta, en cada momento, al sujeto en torno al “bien”, sea la moral que sea, pero no todos estamos de acuerdo con que la distinción entre lo “bueno” y lo “malo” exista simultáneamente con el hombre y dependa de un dios. Por lo tanto, ahora me confiere ahondar en la verosimilitud de dicha afirmación.
En pocas palabras, tal como señala Kant, tal afirmación no se puede probar, pero es prácticamente necesaria para la moral de los hombres suponer que es así: dicha afirmación es un postulado. ¿Cómo es esto posible? Como bien podría señalar el filósofo, ni la razón ni la experiencia poseen ningún fundamento seguro para poder afirmar que existe un dios, pero sin él no puede decirse que existe un verdadero fundamento objetivo de lo “bueno” y “lo malo”, porque como hombres estamos sometidos a la mera subjetividad; es decir, toda ideología parte del sustrato o sujeto que medita en relación a determinados sesgos de diversa índole; por ello, solo un dios, que preexiste al hombre y a su subjetividad, podría solucionar este problema, por lo cual dicho filósofo lo considera un postulado necesario para poder juzgar, como bien hacemos, los aspectos de la realidad bajo tales conceptos. Sin embargo, ¿lo anterior es suficiente para soslayar el relativismo moral? ¡De hecho, no! Porque, aunque todos poseamos el criterio base de la distinción entre el “bien” y el “mal”, bien podría señalar que, en la actualidad, existe una pluralidad de posturas discordantes en relación a la ley moral: esta distingue lo que es bueno y el buen actuar en general. Por esta razón Kant formuló la ley moral como un imperativo categórico con lo cual quiso decir que la ley moral es “categórica”, válida en todas las situaciones, e imperativa o es un imperativo; es decir, es preceptiva o, en otras palabras, completamente ineludible. Cabe señalar, no obstante, que formula este “imperativo categórico” de distintas maneras, pero de estas cabe señalar dos de los que yo considero los principios más relevantes de dicha formulación: “siempre debes actuar de modo que al mismo tiempo desees que la regla, según la cual actúas, pueda convertirse en una ley general”, “siempre debes tratar a las personas como si fueran una finalidad en sí y no solo un medio para otra cosa”. De estas ideas, que aparentan ser muy interesantes, podríamos aprender mucho; dicho de otro modo, ¿no vemos, en la actualidad, un sentido utilitarista radical en las relaciones personales?, ¿no pensamos que lo que hacemos moralmente solo nos compromete a nosotros en muchos casos?, ¿somos seres que al escoger que esto o aquello es bueno o malo no escogemos lo que es bueno o no para la especie al mismo tiempo?, ¿el hombre al escogerse a sí mismo no escoge un modelo de hombre también?
“Siempre debes de actuar de una manera mediante la cual tu principio pueda convertirse en una ley segura para el resto del mundo”
-Inmanuel Kant-
Gabriel Trinidad
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