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El menos malo

  • Foto del escritor: Bitágora
    Bitágora
  • 14 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

Aquel desfavorable escenario que presenta la arena política peruana ha llevado a que durante los últimos años la población se ciña a un patrón de conducta electoral, el cual propone un dilema binario en el que hay dos únicas alternativas y no cabe la posibilidad de una tercera opción.

El establecimiento del sistema democrático en el Perú es un proceso relativamente reciente; este, fue reinstaurado en la década de los 80 luego de un prolongado periodo de dictaduras militares donde primó el autoritarismo de los caudillos y la constante violación de los derechos de participación de los ciudadanos. A partir de ese entonces, los votantes han tenido la libertad de poder elegir a sus representantes en base a sus propios criterios. Esa decisión a consideración de la ciudadanía se ha vuelto compleja, puesto que existe un ambiente de desconfianza en la clase política que nos ha venido representando durante el último tiempo, la cual se ha caracterizado por ejercer el poder con múltiples prácticas de corrupción que no han hecho más que incrementar su descrédito.

Aquel desfavorable escenario que presenta la arena política peruana ha llevado a que durante los últimos años la población se ciña a un patrón de conducta electoral, el cual propone un dilema binario en el que hay dos únicas alternativas y no cabe la posibilidad de una tercera opción. Esta situación se ha visto reflejada principalmente en las etapas definitorias, tales como las segundas vueltas de elecciones generales. Propongo como ejemplo la del 2006, en ella llegan a la segunda vuelta dos candidatos , Alan García (APRA) y Ollanta Humala (PNP), de propuestas electorales diametralmente distintas, pero dos trayectorias muy bien conocidas por el electorado; por un lado, García, quien unos años antes había vuelto del exilio y pretendía el sillón presidencial por segunda vez luego de un desastroso primer gobierno(1985-1990) que nos hundió en una profunda crisis económica dejando una hiperinflación acumulada de más del 2000%; y, por el otro, Humala, una figura recocida por ser el gestor de sediciones militares en el sur del país y además, también, por mantener una estrecha relación con líderes dictatoriales como el de Venezuela. En ese contexto, el electorado se encuentra en la posición de elegir entre dos alternativas que en teoría resultarían catastróficas, pero opta por escoger la menos mala. En el caso particular de las elecciones mencionadas los electores optaron por el candidato aprista quien, pese a sus antecedentes estatistas, se presentaba coma una alternativa de defensa de la economía de mercado.

Lo anteriormente mencionado ha sido parte de una constante que ha venido desarrollándose desde hace aproximadamente tres elecciones nacionales, en las cuales gran parte del electorado peruano se ha encontrado en frente de esta disyuntiva, y, en vista de que la clase política carece de renovación, ha optado por la alternativa que, aparentemente, sería la que menos daño cause al aparato estatal.


Augustine Berlin

 
 
 

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