El cuarto poder: el poder del engaño
- Bitágora
- 26 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Evidentemente, el periodismo peruano ha dejado de ser periodismo y se ha convertido en un simple abanico de artículos de opinión.

En los últimos días ha sonado un escándalo que, sin duda alguna, desprestigiara más el poder de la prensa en nuestro país: el caso de Jorge Cuyubamba. Para todo aquel que no sabe quién es dicho personaje, él se hacía pasar por ser un reconocido ingeniero genético que trabaja, en las instalaciones de una empresa dedicada al rubro de salud en China, por la búsqueda de una cura al COVID. Además, en dichas entrevistas, que se realizaron en diversos noticieros peruanos, afirmaba que estábamos a tan solo unos meses de la mutación del COVID; lo que logró que mucha gente en nuestro país se alarme aún más por la coyuntura en la que nos encontramos. No es de admiración que nos encontremos con dichos escándalos en nuestro país, debido a que se ha vuelto muy popular en nuestra cultura, tal como lo afirma Hildebrant, la predominancia de la mentira. Este escándalo, no sería otro episodio más de los vistos en nuestro país durante los últimos 20 años; sin tomar en cuenta que se le da más importancia a noticieros y periódicos chicha que a lo que se podría decir “información de calidad”.
Nuestro país, considero en lo personal, se caracteriza por el hecho de vivir en escándalo y farándula; esto, esencialmente, es lo que caracteriza a nuestro país de otros. Pero, ¿cómo es posible que estos tipos de información farandulera se hayan instaurado con facilidad en el país? Nos remontaremos, para ello, a la época de los 90´, cuando un tal A. Fujimori gobernaba al país. Varios de nosotros somos conscientes de la variedad de escándalos, esencialmente de corrupción, que tenía durante su mandato; sin embargo, para encubrir ello implemento como diría un término popular “una cereza a ese pastel: la prensa chicha”, que al día de hoy siguen predominando en nuestra sociedad. Su objetivo principal era encubrir a Fujimori para tapar sus diversos escándalos sacados a luz durante esos años. Siendo así, se puede evidenciar que aquel episodio negro del periodismo peruano sigue perdurando en nuestros días, esencialmente, por el hecho de la importancia de la sociedad a estas. El primer caso de este tipo de “periodismo” se da fines de febrero del 2000: la unidad de investigación del diario El Comercio reveló la existencia de la “fábrica del millón firmas” que la agrupación fujimorista Perú al 2000 había implementado para inscribirse “formalmente”; no obstante, estos periódicos le dedicaron su sórdida y pestilente artillería para encubrir a Fujimori; no es de gran sorpresa que se le denomine a esta época de vender humo, que considero que al día de hoy no ha cambiado, la década de la anti-política, según Degrégori. Ora bien, durante estas últimas dos décadas, el periodismo se ha desprestigiado aún más, tanto así que para muchos periodistas del Perú, tales como Hildebrant, han considerado que el periodismo es un “triste oficio”, debido a cuatro razones: (1), la pérdida de la búsqueda en la verdad; (2), el divorcio que tuvo con la cultura; (3), la falta de independencia; y (4), lo lucrativo que es la día de hoy. En lo personal, concuerdo con él, debido a que se puede evidenciar que todo ello existe y hablar de “periodismo de calidad” es totalmente falso en nuestro país.
Evidentemente, el periodismo peruano ha dejado de ser periodismo y se ha convertido en un simple abanico de artículos de opinión. La mayoría de los periodistas que hoy trabajan en el Perú solo opinan, pero no investigan, no cruzan datos, no relativizan lo propio, no van en busca de nuevos ángulos, no se informan; tan solo no es más que datas de opinión de una persona que piensa que puede manejar la verdad y con ello informar a una población; prefieren poner, en su hora y media de sintonía, los escándalos de personajes de la farándula, antes de informar acerca de la situación de la pandemia. Estos medios no se han convertido en más que centros de entretenimiento antes de ser lo que realmente son: centros informativos. ¿Quién puede afirmar que realmente escuchamos noticias reales?, ¿quién nos puede asegurar que, durante esta pandemia, se ha dado los datos reales y no se la ha encubierto nada a la población? En lo personal, este es un tema muy delicado, al cual se le debe prestar la importancia necesaria, porque estos medios tan solo quieres que escuches, veas, leas lo que ellos desean.
Ernesto de Lima.
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