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¿Dios existe?

  • Foto del escritor: Bitágora
    Bitágora
  • 27 ago 2020
  • 6 Min. de lectura

“A veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas”

- Friedrich Nietzsche-

Se han producido varios grandes hitos en la historia de la humanidad, pero tal vez ninguno tan relevante, para los cristianos, como el del surgimiento de la conciencia humana en relación a la existencia del dios al que se le denomina Dios, puesto que, si bien es cierto que no se sabe a ciencia cierta cuándo surgió tal conciencia, no estuvo manifiesta en toda la historia de la humanidad; es decir, por ejemplo, en el año 470 a. C , en Grecia, se pensaba que existía un cúmulo de dioses que se encargaban de darle un orden o propósito a todo lo existente: el panteón griego.

En la actualidad, la existencia o no existencia de tal dios, dios que se asemeja a un principio hipotético matemático, ha suscitado grandes debates en virtud de la idiosincrasia de cada hombre particular; cabe señalar, pese a lo anterior, que coexisten tres posturas centrales en relación a la existencia de Dios: el ateísmo, el teísmo y el agnosticismo; a modo de ilustración, las diferencias entre aquellas son evidentes: una señala que existe, otra que no es cognoscible tal hecho y otra que no existe. Al margen de estas matizaciones conceptuales, ¿qué postura es la correcta?, ¿podemos saber cuál es?, ¿es posible que ninguna lo sea?

En este ensayo, pretendo evidenciar que no es posible que tal dios exista, por lo cual, dado que es un tema complejo en distintos sentidos, prometo ser lo más exhaustivo posible. Con ello me refiero a que evitaré dar lugar a las posibilidades contrarias, puesto que aquello no me permitiría otorgarle necesidad a la afirmación primera: Dios no puede existir. Cabe señalar que ser por necesidad significa no poder ser de otro modo: esto es lo que pretendo lograr. Para ello primero desarrollaré lo que implica el hecho de existir; luego, proseguiré con un argumento filosófico. Finalmente, evidenciaré que el teísmo como tal no posee fundamentos sólidos e irrefutables.

¿Qué implica el hecho de existir? Existir no es, sino ser y ser no es otra cosa que ser “algo”, por lo cual necesariamente; es decir, sí o sí, todo lo que existe posee una esencia; sin embargo, cabe señalar que aquella no puede guardar ningún tipo de contradicción consigo misma para que, lo que decimos que existe, exista del mismo modo en el que se designa con el predicado.

Esto puede resultar harto confuso para un número representativo de individuos, por lo cual trataré de ser más claro.

Suponga que decimos que existe “algo” denominado X. Su esencia o en lo que consiste su ser radica en que no sea X; es decir, X existe y radica su ser en no ser X. De aquello cabe concluir que no es posible que X exista, bajo esa esencia, porque no es posible que lo mismo y no lo mismo se den en el mismo sentido: ello implicaría que es X y no es X, y que existe y no existe. Por lógica, solo quedaría negar la proposición para soslayar la contradicción: no existe X y no radica su ser en no ser X. Dicho de otro modo, X no puede existir, porque lo que le permite ser o existir es la esencia, pero aquella guarda contradicción consigo misma o designa que X existe y no existe, por lo que aparentemente X podría existir con una esencia diferente: menciono aparentemente, porque en realidad ya no sería exactamente X. Entonces, sería correcto, con respecto al ejemplo, señalar que X no puede existir con tal esencia o siendo lo que designamos que es X.

En virtud de lo anterior, ya es posible realizar la argumentación correspondiente. Para ello, tal como mencioné anteriormente, presentaré un argumento filosófico a continuación.

¿“Algo” puede surgir de la nada absolutamente? En términos filosóficos, “de la nada, nada surge”, porque, para ponerlo de un modo sencillo, solo surge “algo” de aquello que posee un contenido, ya que aquel es el que posibilita que, lo que posteriormente se generará, se genere en un determinado tiempo; asimismo, para poseer un contenido se necesita primero ser “algo”, por lo cual solo surge “algo” de “algo”: entiéndase la nada absolutamente.

En relación a Dios, se dice que su esencia o en lo que consiste su ser radica, por ejemplo, en ser el creador absoluto de todo lo que existe sin tenerlo en cuenta: no se creó a sí mismo; por lo tanto, todo preexistió en él de alguna manera; sin embargo, ¿no se dice también que Dios es absolutamente inmaterial o no posee ningún tipo de materia? De hecho, es una de sus características centrales. Cabe notar a partir de ello que la materia surgió de la nada absoluta, porque Dios es absolutamente inmaterial y él creó todo lo que existe sin contarse a sí mismo: esto se deriva de las características que le adjudican; asimismo, a raíz de lo anterior, cabe notar que su esencia contradice a su existencia; es decir, Dios depende de una esencia para ser o existir, pero aquella no es posible, por lo cual él tampoco lo es; dicho de otro modo, Dios es Dios, porque su esencia radica, con respecto a lo anterior, en crear todo lo que existe absolutamente sin contarse a sí mismo y ser inmaterial en grado sumo, pero aquello no es posible, porque la materia habría surgido de la nada absoluta: esto no es posible, puesto que “ de la nada, nada se genera". Sin embargo, bien podrían objetar algunos que Dios tuvo y tiene la idea de la materia y, a partir de aquella, tuvo lugar la materia como tal, pero… ¿esto es posible? De hecho, solo se puede tener una idea de lo que existe, porque el tener una idea de “algo” no es otra cosa que pensar en “algo” y ser ello no es, sino ser o existir, pero Dios creó la materia absolutamente, por lo cual no es posible aquello: Dios para crear la materia requirió de la idea de esta, pero para poder acceder a ella tuvo que existir la materia. Por lo tanto, se concluye que Dios no puede existir siendo lo que se designa que es Dios; dicho de otro modo, tendría que cambiar su esencia para poder ser o existir, pero, si tal cosa sucediera, ya no sería Dios, por lo cual queda en evidencia que no es posible que Dios sea o exista.

Por último, ¿cómo demuestran los teístas que Dios existe? Principalmente, emplean tres medios para alcanzar dicho fin: las sensaciones, la biblia y la causalidad del orden.

Con respecto a las sensaciones, estas son individuales y cambiantes, por lo cual no se puede, sino señalar únicamente que el sentir es tal cual para el que siente; por ejemplo, el chocolate puede ser agradable para una determinada persona, pero de ello no se concluye que lo sea, sino que únicamente a aquella persona le parece agradable: lo que cabe notar, en este ejemplo, es que la sensación individual no le otorga un grado de objetividad absoluto a lo sensible; dicho de otro modo, de que algunas personas sientan o crean sentir a Dios no se sigue que él existe, puesto que no todos lo sienten o lo han sentido; es decir, no es menos verdadero que un hombre particular puede creer que lo siente y otro que no, pero de ello no se concluye que existe o no: solo que los dos individuos poseen sensaciones distintas.

Con respecto a la biblia y a la causalidad del orden, ¿le otorgan necesidad a la existencia de Dios? ¡De hecho, no! Por un lado, la biblia puede ser o no ser verdadera relativa o absolutamente, porque... ¿los hombres no pueden mentir? Asimismo, ¿la biblia no fue escrita por hombres? De las afirmaciones a las interrogantes, que no pueden ser negadas, se concluye que la biblia puede contener mentiras, por lo cual propiamente no es un medio absolutamente válido, en relación a su grado de objetividad, para demostrar que Dios existe. Por otro lado, ¿acaso lo que existe, existe únicamente por Dios? De hecho, como principio causal, no le otorga una necesidad a lo existente, porque caben diversas posibilidades para dar razón de que las cosas sean como son: una de ellas es la teoría de las Ideas o Formas de Platón.

Sin embargo, en relación a la existencia de Dios, ¿de dónde provienen los sentimientos relativos a lo denominado Dios si él no existe? Como bien señala Freud, el padre del psicoanálisis, “los sentimientos de amor y temor de Dios no tienen su origen en Dios, sino en los seres humanos. Son sentimientos de frustración dirigidos por el hombre hacia un ser imaginario que pretende que sea su padre”.


“A veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas”

- Friedrich Nietzsche-

Gabriel Trinidad

 
 
 

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